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De los Palenques de ayer al "Son cimarrón" de hoy

 

Durante la época colonial hubo en Colombia numerosas rebeliones de esclavos, que huían al monte y creaban pueblos libres, denominados "Palenques".

 

Benkos Biohó, ex-monarca de una etnia del África del Oeste, fue deportado a Cartagena para trabajar en la construcción de la ciudad colonial, a mediados del siglo XVI. Bantús, Yorubas, Mandingues, Ashantis, más de 600.000 africanos transitaron por este puerto negrero durante tres siglos de comercio triangular.

 

A la cabeza de un centenar de negros cimarrones, Benkos huye y funda el Palenque de San Basilio, a 70 km de Cartagena. Aislado durante mucho tiempo de la sociedad colombiana, Palenque es uno de los pocos pueblos del país que conservó una lengua afro hispánica, el palenquero, Creole de origen Bantú.

 

Nacimiento del "Son palenquero": los ancestros del Sexteto Tabalá

 

La historia del Son en Colombia empieza con la implantación de los primeros ingenios azucareros, a principios de siglo, en la costa atlántica. Todo comienza en 1924, cuando el Ingenio "Central Colombia" es construido en terrenos cerca de Palenque. Entre los ingenieros encargados de supervisar el trabajo, habían algunos cubanos que se reunían por la noche alrededor de una botella de ron y una guitarra para tocar la música a la moda en Cuba; Son montuno, danzón, guajiras...

 

En aquél entonces, varias dinastías de músicos dominaban la vida musical del pueblo: la dinastía de los Salgado, más conocidos como los "Batata", y la de los Valdez, tamboreros por excelencia. Ellos fueron los fundadores del primer grupo de Son que hubo en todo el país: el Sexteto Habanero de Palenque, creado hacia el año de 1928, y llamado así en homenaje al Sexteto Habanero de Cuba.

 

Ese sexteto olvidado, del que no quedaron ni fotos, ni mucho menos grabaciones, es el pionero histórico de algo que vendría mucho después: el movimiento de la salsa en Colombia. La gran herencia que nos dejó el Sexteto Habanero de Palenque, fue un repertorio de más de 200 canciones, probablemente más, compuestas por Pantaleón Salgado, Roque Valdez, Martín "Hombrón" Cassiani, "Cho Maney", Séspera Pérez, "Simancongo" y otros campesinos anónimos, casi siempre durante las jornadas de trabajo cortando caña en el monte. Verdaderos clásicos del Son afro-colombiano como "La Reina de los Jardines", "Calamar, Tierra de Arena", "Dámelo Mamita", "El Palomo", y muchos otros que podrían llenar decenas de discos con la vida, la música y las leyendas de este pequeño rincón de África en Colombia.

 

En los años 50, el Central Colombia cerró y los músicos del "Habanero" se fueron del pueblo, a buscar trabajo en las grandes ciudades como Cartagena, Barranquilla e incluso a Venezuela. "Ellos querían irse pa’ otros lados, a bailar los últimos discos cubanos que traían los barcos de vapor, que tocaban las vitrolas. Regresaban al pueblo de vez en cuando, vestidos como mariposas de colores, y traían siempre los últimos éxitos cubanos. Los grupos de aquí se inspiraban con esas canciones y así creaban sus propias composiciones", recuerda el maestro Cassiani.

 

En la actualidad, el "Son Palenquero" está presente en la mayoría de los asentamientos negros de la costa atlántica, y algunos de la costa pacífica. Cantos de trabajo o de muerte, historias de mujeres encantadas, como una cierta Katalina Luango que vive en los ríos, y lleva los hombres al fondo de las aguas de donde regresan poseídos, melodías sensuales con el ritmo lancinante de la "marímbula". Esos aires de otro tiempo, salidos de la poesía afro-colombiana, son la esencia de esta música campesina.

 

El Sexteto Tabalá: Esclavos del Son

 

La música del Sexteto Tabalá podría ser la banda sonora de "Cien años de Soledad"; es de todo ese imaginario y del misterio de esta región que García Márquez se inspiró para crear el "realismo mágico". Palenque es el Macondo africano de Colombia, y el Son palenquero es la esencia de ese lugar, donde historia y leyenda son una misma cosa: un recuerdo que se confunde en la memoria de los ancianos, una invención cotidiana para responder a las preguntas del pasado.

 

Cuando el Son llegó a Colombia encontró un lugar en ese mundo irreal, en la cosmogonía de la Colombia caribe. Se convirtió en "Son mágico afro-colombiano", música de transe bantú, baile de muerto cimarrón. El misterio del grupo Tabalá está en las letras de sus sones, en esas palabras surrealistas y poéticas que alegran la fatalidad, o que llenan de tristeza la alegría. Es la ambivalencia de la expresión "baile de muerto"; pues el son palenquero le devuelve a la muerte su significación ritual africana, donde un funeral es una fiesta y la muerte misma tiene su música, su comparsa y su carnaval.

 

Los "Sones funebres" son "lamentos bailables" dedicados a la memoria de un difunto, como "La Reina de los Jardines":

 

"ayer la mire / una mañana regando flores / a la reina de los jardines / de los jardines de mis amores / reina de los jardines / recíbeme cantando / reina de los jardines/ recíbeme llorando/ y reina de los jardines / recíbeme madre linda / recíbeme en tus brazos / recíbeme llorando /recíbeme cantando / aeeeh no llores más /recíbeme Yomaira / recíbeme en tus brazos /recíbeme madre linda / aeee Pacho Simanca /aeeh Dura Poco."

 

El Sexteto Tabalá fue fundado en los años 30 por José Valdez Simancas "Simancongo", que era obrero del "Central Colombia". Simancongo también hacia parte del Cabildo Lumbalú, consejo de ancianos que se encarga de las prácticas mortuarias y de la organización de todos los rituales que se hacen en Palenque alrededor de la muerte - como en el Congo o en Angola, lugar de origen de la mayoría de los palenqueros. Rafael Cassiani se acuerda: "Aquí no se podía hacer ningún entierro sin un grupo de Sexteto. Primero llegaban las viejas del cabildo con sus cantos funerarios y los tambores del baile e’muerto, luego íbamos nosotros. A cada vez que había un difunto el maestro Simanca venía a buscarnos; él traía su marímbula y nosotros conseguíamos por ahí unos tambores, unas cautas, lo que fuera... y nos ajuntábamos y tocábamos pa’ la familia del muerto!! También componíamos Sones pa’ bailá el muerto, como "Julia te Aretiraste", o "La Reina de los Jardines". A veces uno empezaba a cantar, y soltaba el llanto también, eso era todo el mundo a llorar!! En esa época el grupo no existía propiamente, nosotros sólo nos reuníamos pa’ los entierros; pero yo le dije al maestro Simanca: "compadre, porque no hacemos un grupo musical pa’ tocar por donde sea". Así empezamos con el Sexteto Tabalá, y aquí está el Sexteto Tabalá dando clavo pa’toda la America".

 

"Nosotros somos como una cooperativa agrícola". Todas las semanas, los miembros del Sexteto van juntos a trabajar la tierra. Entre golpe y golpe de machete cada uno se distrae con los "cantos de rosa" (cantos del monte) o con los "Versos de Negro", periódicos cantados donde el improvisador cuenta las últimas noticias del pueblo.

HISTORIA

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